Día 7: viernes 27 de noviembre
En el último día de la Competencia Internacional se pudo ver la argentina Nosotros nunca moriremos, de Eduardo Crespo. Una película que, como fue característica de varias en esta edición, gira en torno a la muerte y al duelo. En este caso, Romina Escobar (Breve historia de un planeta verde) interpreta a una madre que viaja a un pueblo del interior tras la muerte de su hijo mayor; lo hace acompañada de su otro hijo y se ve inmersa en los trámites que conlleva esta situación. Pero además del dolor propio del duelo, de pronto va descubriendo toda una faceta y secretos que desconocía, como si nunca hubiese sabido realmente quién era su hijo. Escobar interpreta a esta mujer de manera austera, como si estuviese entumecida o conteniendo algo que en algún momento va a explotar probablemente en forma de un llanto desconsolador. El film, de tiempos pausados, reflexiona sobre la muerte desde lo espiritual, desde la idea del qué hay después, pero también desde la mirada de los que se quedan acá y tienen que seguir. Sensible, a veces un poco distante, y con una interesante gamas de personajes.
El cierre de la Competencia Internacional estuvo a cargo de una película proveniente de Estados Unidos que aunque se sucede casi en su totalidad en un funeral, no trata sobre la muerte: Shiva Baby. La ópera prima dirigida y escrita por Emma Seligman y basada en su propio corto tiene como protagonista a Danielle, una joven bisexual de veinte años a la que en su primera escena podemos ver junto a su sugar daddy (un hombre que le paga por su compañía). Al salir de allí se dirige a un funeral judío donde la espera toda la familia, un momento que sabe que no va a ser cómodo porque ante las preguntas de todos se la pasa armando versiones de su vida. Lo que no esperaba es que uno de los invitados fuera el hombre con el que hasta hace un rato estaba teniendo sexo: un tipo casado que llega con su mujer y su pequeño hijo. Seligman filma todo este funeral con una cámara inquieta y tensa, tanto como sufre Danielle que, como si fuera poco, tiene rondando la presencia de su ex. Una comedia de enredos pero también una especie de thriller psicológico -puede poner al espectador muy nervioso-, Shiva Baby pone en foco, antes que nada, a una joven que siente que no tiene otra opción que mentir sobre sus estudios, su trabajo y hasta sobre con quiénes se acuesta para sentir que no decepciona a su familia entre personas que mantienen sus propias empresas o llevan a cabo importantes carreras. Y lo hace con mucha frescura y con una mirada despojada de prejuicios; de hecho uno de sus mejores aciertos radica en el modo en que se retrata la sexualidad de su protagonista.
Dentro de la sección Panorama se pudo ver lo último del director coreano Hong Sang-soo. The Woman who Ran es una película que tiene todo su estilo, calmo, hecho de pequeños momentos. En esta historia la protagonista es una mujer que se queda unos días sola cuando su marido -de quien nunca se separó un día- se va de viaje. El director sigue a este personaje en unos pocos encuentros con amigas, es una película compuesta principalmente de personajes femeninos que conversan y dialogan sobre la vida, comparten comidas. Sencilla, calma, fluye con mucha naturalidad; es una película que te mete dentro o te saca de ella.
Para el final, la última de la sección Hora Cero llega desde Francia y es Meander, de Mathieu Turi. Una mujer que perdió a su hija pequeña despierta después de subirse al auto de un extraño dentro de una especie de tubería. Como en la saga SAW, parece que la única manera que tiene de sobrevivir y de salir de ese lugar es sumarse a un juego perverso y sádico en el cual tiene que demostrar antes que nada que quiere sobrevivir cueste lo que cueste. Como en El Cubo, los espacios tienen sus trampas y también aparece una cita clara a Alien. La claustrofobia que genera la película remite mucho a Enterrado además. Sin embargo, la trama se agota rápidamente en una serie de peripecias que se tornan repetitivas y cansadoras. El desarrollo que tiene el personaje principal es bastante pobre -a la larga poco más sabemos además de que con la muerte de su hija perdió las ganas de vivir-, y al final la historia se torna muy alegórica. Gaia Wess le pone el cuerpo a su personaje y a la película pero ésta se siente más bien una oportunidad desaprovechada.