Desde Chile, en la competencia latinoamericana de este BAFICi, El Tila: fragmentos de un psicópata de Alejandro Torres Contreras.
Roberto Martínez Vazquez , conocido como el Tila fue un criminal que ejerció una morbosa fascinación en la sociedad chilena, en parte porque la prensa hizo hincapié en las condiciones sociales en las que se desarrollo y la falta de oportunidades en su reinserción social, luego de haber estado internado en una institución de menores. Sus brutales crímenes fueron cometidos en 2002 y este film recrea en parte su historia.
Las películas basadas sobre vidas de asesinos reales transitan un borde que pueden causar desagrado, fascinación e incomodidad. Lo que parece desprenderse de El Tila es el intento de buscar el entendimiento de este personaje, dotado para la pintura y la escritura, pero producto del difícil medio en que se desarrollo, corriendo el riesgo de glorificar la delincuencia. “Se tiene necesidad de lo que no se tiene” le dice a una periodista, y de esto la película se regodea en una larga escena, en la que el Tila pasó muchas horas en la casa de una familia acomodada, tomando whisky, comiendo, violando a las mujeres, metiéndose a la pileta y vistiendo las ropas del dueño de casa. Remarcando esa línea de diálogo se corre el riesgo de justificar que cada persona pueda hacer lo que quiera con tal de satisfacer una necesidad.
El Tila pintaba, había hecho talleres de teatro, escribía, pero no por ello dejaba de ser el psicópata al que alude el título y a veces la película parece desarrollar la idea de remarcar que las diferencias sociales por momentos pueden justificar a los asesinos.
Si se leen los reportes de lo dejado por el Tila, puede desprenderse que algunos elementos, como sus dibujos de fetos que representan los dos abortos de sus ex parejas, además de sus escritos en los que relata sus hechos criminales y como lo refieren las victimas que sobrevivieron, hay una marcada diferencia entre los dichos y los hechos. Es por eso que el punto de vista de El Tila: fragmentos de un psicópata, no es claro.
La narración por momentos es confusa en el ir y venir en el tiempo. El director Alejandro Torres Contreras no termina de decidirse con cual formato de retrato criminal quiere contar su historia, si las memorias escritas por el propio psicópata, el punto de vista de la prensa, el de las víctimas, o el legal, relacionado con su abogado, el fiscal y el juez, o el carcelario. A propósito de este último, los abundantes y reiterativos planos de la cámara de seguridad de la celda, no agregan nada a la historia de EL tila: fragmentos de un psicópata y le restan dramatismo. Aunque sean el anuncio del final del personaje. Y otras veces, lo que se relata oralmente en una declaración ante el juez se reitera en la recreación de las imágenes, cayendo en una redundancia inútil.
Nicolás Zarate interpreta sólidamente al asesino en un personaje con el que es imposible tener algún tipo de empatía. Por que por momentos la hipótesis de la película parece ser que cualquier espectador es culpable de los hechos cometidos por el Tila.
El abrumador carácter de El tila: fragmentos de un psicópata es un bosque que no deja ver el árbol y la crudeza de lo que se muestra hace olvidar a la reflexión, que propone su director y guionista Alejandro Torres Contreras en este, su primer largometraje.
Visión del Cine 