Infierno grande de Alberto Romero

Luego de una fuerte discusión con su marido (la cual termina con un disparo), María, una docente de un pueblito de La Pampa, decide escapar de aquel lugar recóndito y emprender un viaje hacia Naico, una especie de lugar fantasma al que todos parecen temer. Las cosas claramente no serán fáciles. La protagonista, con un embarazo bastante avanzado, se topará en el camino con personajes extravagantes que tratarán de convencerla de que ir a aquel lugar es una mala idea. Además, su (ex)marido comienza una persecución contra ella, con el único objetivo de obtener su venganza.

Es así como la protagonista no sólo deberá enfrentarse a la dificultad de escapar de su pasado (el cual está pisándole los talones), sino que además deberá afrontar los obstáculos que se le presentan durante el camino hacia su pueblo natal, un lugar que parece helarle la sangre a cualquiera con sólo escuchar su nombre. Es que, al fin y al cabo, María prefiere regresar allí –un sitio con OVNIS y/o con sectas religiosas, según dicen algunos– que enfrentarse a la verdadera bestia: su marido.

La película se podría encasillar principalmente en una road movie, aunque también se encuentran tintes de cine fantástico. Infierno grande también es una cinta dramática que atraviesa la historia de una mujer víctima de violencia de género. Estos tres géneros se complementan entre sí y consiguen un equilibro perfecto, realzando una trama llena de misterios, de miedos, de incertidumbre y, por qué no, de un poco de aventura.

Con un clima lleno de tensión y de incógnitas (el cual se logra mantener a lo largo de toda la trama), Infierno grande consigue atrapar al espectador desde el primer minuto. A cada instante se plantean nuevos interrogantes que terminan logrando que la película no se sienta densa en ningún momento. Las situaciones/personajes bizarras/extravagantes, lejos de sentirse fuera de lugar, se complementan de tal forma que captan la atención absoluta y dejan con ganas de más.

Dentro de los diversos géneros y su historia principal, Infierno grande aporta un claro mensaje sobre el empoderamiento femenino (protagonista que busca escapar de su agresor y así rehacer su vida) y la violencia de género. Si bien esto por momentos parece una cuestión secundaria, es un tema que permanece siempre latente en la trama.

Puntuación: 4 de 5.

Infierno grande es una road movie, pero también es una película dramática con toques de cine fantástico. Entre todos estos puntos logra, además, exponer una mirada sobre el empoderamiento femenino y la violencia de género. La trama, llena de misterios y con una tensión latente, consigue mantener la atención del espectador.

Lobos de Rodolfo Durán

En medio de una lluvia torrencial, dos delincuentes asaltan a un hombre en su auto, lo llevan hasta el cajero automático y luego lo dejan tirado en la calle. Esos mismos ladrones llegan, luego, al cumpleaños de su nieta e hija respectivamente, con regalos para su familia. Si bien estamos ante personas que llevan esta doble vida, hay una especie de pacto de silencio que ronda en la familia. Las preguntas que se hacen sobre cómo consiguen tal cosa son mínimas.

Luciano Cáceres interpreta a Marcelo, otro miembro de la familia, pero uno que se quiere escapar de estos aparentes designios familiares. Trabaja como seguridad privada y lleva una vida tranquila, solitaria pero tranquila. Es su padre (interpretado por Daniel Fanego) quien intenta acercarse siempre a él sin mucho éxito.

Ese lugar de hijo que en el negocio no ocupa Marcelo, es para Boris, el marido de su hija (Alberto Ajaka). Ellos dos son una especie de títeres de Molina (César Bordón), quien en realidad tiene el poder, por lo tanto es una persona a la que siempre conviene tener al lado.

Lobos va narrando los vaivenes de esta familia que resulta unida pero que al mismo tiempo está envuelta en un mundo que nunca presenta finales felices, en especial porque nunca parece posible salir de ese círculo. Porque a la larga estamos ante personajes que saben que no quieren permanecer allí dentro pero no logran encontrar una salida. Consiguieron lo que consiguieron así, pero no quieren mantenerse de ese modo de por vida. Su meta es terminar de afianzarse y salir, no obstante el negocio viene con puerta giratoria, como se encarga de remarcar un personaje.

El guion gira siempre en torno a los mismos personajes, algo que sólo puede suceder entendiendo que nos manejamos en un hábitat suburbano y poco poblado, aun así, en algún momento, parece poco verosímil.

No obstante no es en el thriller y en la historia de ladrones donde radica el corazón de la película, sino en el seno familiar. Lo familiar no sólo como sinónimo de lazos sanguíneos, sino de valores compartidos. Así, durante el último tercio, el film se torna un poco más intimista y el final, inevitable, conmovedor.

Puntuación: 3 de 5.

Lobos es un thriller un poco apático que funciona mejor como drama familiar. Aunque su trama de familia de delincuentes que tienen como meta poder salirse de ese círculo resulte interesante, entre los asaltos que no salen de la manera esperada se ven los hilos de un guion que no siempre fluye del modo más convincente. A nivel actoral, cada uno logra hallar las contradicciones de su personaje, destacándose el trío Cáceres, Fanego y Ajaka.

Estreno La Parte ausente de Galel Maidana

Se estrenó La parte ausente de Galel Maidana, relato de ciencia ficción y noir protagonizado por Celeste Cid y Alberto Ajaka.

La película comienza con un prólogo donde se narra de cómo en un futuro no muy lejano, se persigue a seres “diferentes” para poder hacer experimentos genéticos con ellos porque ya no hay tecnología e incluso hubo un retroceso en la era informática. A continuación, de forma contundente un plano general de Buenos Aires desde el cielo, oscura, en blanco y negro. ¿Remite a algo? Por supuesto, a Blade Runner.

En vez de tener a Deckard, acá tenemos a Chockler, un detective y asesino a sueldo, que parece extraído de alguna novela gráfica de Frank Miller. El personaje debe buscar a un tal Víctor de parte de una extraño y sensual muchacha, Lucrecia, que lo viene a visitar.

Lo previsible, entre el detective privado y la clienta habrá cierta tensión erótica y romántica, y en medio de la búsqueda, el protagonista se verá involucrado con un misterioso científico, en una Buenos Aires, deprimente, constantemente nocturna, post apocalíptica.

Maidana consigue hacer un retrato de ciencia ficción-noir prolijo, con una puesta en escena cuidada, donde se destaca la fotografía de Lucio Bonelli y la dirección de arte de Marcelo Pont Vergés. Los climas están bien construidos, así como el universo de los personajes. No vale la pena adelantar mucho, pero por supuesto, que además de experimentos, también hay seres que se alimentan de sangre humana para sobrevivir, y por lo tanto, la película hace una interesante cruza genérica.

Si bien la primera media hora es atrapante, la segunda es un poco más morosa y pierde el ritmo inicial, para dar un cierre un poco abrupto y apurado.

El guión abre demasiadas puertas que hubiese sido interesante seguir explorando, pero en cambio se queda en la superficie, como si todo fuera un fresco pantallazo de algo más grande que está por venir.

Es indudable el talento e imaginación visual de Galel Maidana, quién sorprende con esta propuesta –teniendo en cuenta que su único antecedente es un documental social- donde quedan claros los artificios del lenguaje propios de un cómic o novela gráfica. Estereotipos, cuidado estético. Es claramente una propuesta vistosa y atractiva, pero que necesitaba pulirse un poco más desde la narración. El elenco es sólido y hay pequeños momentos humorísticos que disipan un poco la tensión.

LPA1