El sol se asoma por la ventana del cuarto del hotel entre las rendijas que la cortina permite. Nadie quiere arriesgarse a asegurar que ya no es tan necesaria la ropa abrigada que llena las valijas. Pero… lo que sí, la mañana del miércoles ofrece una grilla a estrenar en Unasur.
La primera clase del seminario de montaje que dicta Alberto Ponce, la segunda del de actuación de Pepe Monje y la mesa “El rol social del actor” presentada por la Fundación SAGAI. Hoy se proyecta Soñar, soñar, quizá la película más incomprendida y más tardíamente reconocida de Favio en el marco de su retrospectiva-homenaje.
Mientras también se podrán ver: Imágenes paganas (Cucho Constantino) el interesante documental sobre Virus; la coproducción boliviano-alemana Ciudadela (Diego Mondaca) sobre una cárcel en La Paz que ostenta su particularidad y la inquietante Deshora (Bárbara Sarasola-Day), vista en el último BAFICI, que cuenta la irrupción, en una finca salteña, de un joven familiar desconocido y con problemas en la vida matrimonial de una pareja que no parece estar pasando su mejor momento.
La Televisión Digital Abierta (TDA) tuvo su espacio en el Festival UNASUR con actividades que se desarrollaron a lo largo del día. Durante la noche la disertación y la charla explicativa contó con la presencia de autoridades nacionales y por la mañana en el auditorio del Museo Provincial de Bellas Artes se llevó a cabo un seminario en el que los expositores fueron: Hugo De Vido, Secretario General del Consejo Federal de Ciencia y Tecnología; Fabián Blanco, Jefe de Gabinete de la Secretaría de Cultura y Lourdes Chimenton, Panorama Argentino. La charla sirvió para aclarar y ampliar conceptos que comienzan a estar muy en boga en estos tiempos. La idea de inclusión social que porta la TDA, como umbral de acceso al pueblo a nuevas tecnologías y la comunicación como un derecho humano. Las posibilidades que se abrieron desde 2010 y que aún tiene mucho por delante significan una revolución en el marco de las comunicaciones. Mientras se desarrolla y se amplia el BACUA (banco audiovisual de Contenidos Universales Argentino), una fuente de contenidos audiovisuales digitales de libre acceso y distribución gratuita y la creación de CePIA como fomento de contenidos audiovisuales a través de concursos federales. También se pudo observar material que conforman los hasta ahora 100 programas de “Panorama Argentino”, el primer noticiero federal con notas producidas en cada provincia por periodistas de cada lugar, para dar cuenta de lo que no se ve en otras señales que toman a Buenos Aires como el único lugar capaz de generar noticia.
Por la tarde asistí a la proyección de la colombiana El cartel de los sapos. Primero libro autobiográfico, luego serie de televisión, la película adopta el ritmo y la forma de un mal culebrón de la tarde. Martín “Fresita” González, un joven que forma parte del Cartel del Valle del Norte para escalar posiciones, ganar dinero y sobre todo conquistar a su amada Sofía, se verá enredado en deudas y negocios cada vez más peligrosos para intentar saldarla que lo llevarán a México y Nueva York en un descenso a los infiernos que tiene poco de reflexivo, filosófico y poético y mucho de policial yanqui (por su estética y su ideología rancia). Un thriller que cree que el ritmo se alcanza con un montaje vertiginoso y cámara en mano. Un filme con un guión tirado de los pelos y que provoca la risa, actuaciones pobres y música “joven” constante, donde nada importa demasiado, ni siquiera la idea de verosímil, y mucho menos el derrotero de los protagonistas.
Por la noche se ofreció la Fiesta Cubana. Otro momento donde pudimos cruzarnos todos los que estamos participando del Festival para compartir anécdotas, intercambiar opiniones sobre lo visto, debatir sobre cine, generar encuentros y distendernos para esperar lo que resta hasta el cierre del viernes entre tragos, delicatessen y música.