El portugués João Pedro Rodrigues dirige el extraño viaje hacia sí mismo que realiza un joven ornitólogo tras perderse por unos rápidos.
La película comienza con Fernando y sus binoculares observando a las diferentes especies de aves que circulan por ese bosque. Las observa en silencio y a lo lejos, para ser testigo de su comportamiento en el estado más natural para ellos. No obstante mientras navega por un río aparentemente calmo se distrae con una que le llama la atención y, por no querer despegar los ojos de ella, termina llegando a unos rápidos que lo hacen volcar y perderse.
En ese momento entran dos personajes más: dos chinas jóvenes y cristianas que quieren realizar el Camino de Santiago pero terminan bastante perdidas. Lo encuentran, lo rescatan… y lo atan, convencidas de que están malditas y que castrarlo va a ser el sacrificio que las libere.
Ése es sólo el comienzo de un relato que lleva a Fernando a través de la selva, en medio de la naturaleza y las especies salvajes, con algunos (extraños) encuentros más con otros seres humanos. Jóvenes borrachos que practican un extraño ritual disfrazados, un pastor sordomudo, unas mujeres que cazan andando a caballo.
Rodrigues entrega algunas escenas bellísimas, sabiendo aprovechar el marco que le sirve como escenario, desde lo general y desde lo particular. Y le imprime al relato un ritmo pausado que lo va tiñendo de misterio. Hay algo muy pesadillesco durante todo el metraje además. Todo va sucediendo de manera impredecible, hasta un final muy sobre explicado desde lo simbólico, pero al mismo tiempo inesperado.
Por momentos confusa, mas siempre intrigante, O ornitólogoes el retrato de un intenso viaje a sí mismo que tiene que hacer una persona para terminar de conocerse, porque para encontrarse primero hay que perderse. Aunque esta historia de transformación y exploración no puede evitar caer en lo absurdo más de lo necesario (provocando a veces humor y otras tantas aumentando el sentido de confusión) y de abusar de lo metafóric